domingo, 18 de octubre de 2009

Mi lugar actual

Desde 1973 en el barrio de Villa Muñoz, también le dicen barrio Reus.
Su característica que sobresale es que las fachadas del frente de las casas son todas iguales. Hechas en el año 1885, con techos muy altos con rieles, vigas muy fuertes y abovedados, tienen de alto como de 5 metros.
Las casas están pintadas por Bellas Artes, de diferentes colores fuertes. En mi calle las pintamos cada dueño de colores fuertes igual a la calle Emilio Reus.
Otra característica de mi barrio es que hay varios comercios cerquita de casa, también existen almacenes, no como los de antes que envolvían con papel de estraza. No es necesario tomar un ómnibus para ir a comprar ropa, zapatos o telas todo está en el barrio.
En tiempos de bonanza económica no se puede caminar por el barrio porque vienen desde el que vende en el ómnibus, gente que viene en excursiones desde el interior para comprar en los comercios ya que son mayoristas.
A mi casa la he ido arreglando de a poco desde hace 33 años, se caían los revoques del techo mientras dormíamos. Pero fue arreglada, techos, pisos y puertas; las piezas son amplias.
Yo tenía la fantasía de tener un comedor con mesa grande, me gustaba reunir a amigos y familia en una mesa larga. Hemos hecho varias reuniones, despedidas de soltero o fines de semana para jugar con compañeros de trabajo.
En esta casa viví todo lo más importante que tuve que hacer en la vida para ser más feliz.
Una tarde de invierno tocaron timbre, atendió mi suegra que vive en planta baja. Un matrimonio preguntó por mí y dijeron ser mis tíos. Mi suegra, mi marido y yo quedamos muy sorprendidos. Se sabía que yo no contaba con familia biológica, me sentía como una extraterrestre. Los atendimos, estábamos todos llenos de ansiedad, me fueron contando la historia de la familia. Me ofrecieron su casa, su cariño. Yo no tengo palabras, me quedaron chicas las palabras para expresar sentimientos de antes y después de saber mis orígenes, mirado a la distancia de 18 años. Fue una de las cosas más importantes vividas en esa casa.
La casa para mi es como un templo en donde te reunís con amigos o absolutamente sola para reunirte contigo misma. Me reúno de vez en cuando con el Ángel de la casa. Todas las casas tienen su ángel protector. Yo lo hago para visualizar en mi interior, le pregunto para que me ayude el Ángel a decidir qué color me haría feliz, qué decorado me sentaría muy bien. Después de un largo rato escribía, lo comentaba con mi esposo y después el Ángel tenía que ayudarme a encontrar dinero para hacerlo. Juro que fue en este último año sorpresivo como logré arreglar, pintar, y se dieron las cosas como para que mi sueño se cumpliera. Faltan detalles que tengo que reunirme otra vez con el Ángel para que me ayude a seguir poniendo a nuestra casa como lo sueño en mi mente.
En esta casa adopté a mi suegra como si fuese mi madre. Como no tengo jardín que es mi sueño, compré un mural de un jardín parque de Holanda, forré toda una pared, muy colorida toda de tulipanes. Y en otra pieza de estas, tengo un papel tapiz con un paisaje con montañas, verde-cielo, y a mi manera cumplo mis sueños. Vivo con mi esposo desde hace 36 años, y en esta casa hemos amado, hemos odiado, hemos perdonado, hemos crecido como personas los tres. No quiero dejar a mis mascotas, 2 perros que contribuyen muchísimo a nuestra evolución, felicidad.
Hoy 15 de octubre a las 15:00 horas hago 33 años de casada, mi esposo hoy está contento.
También estas paredes saben de todo lo que he tenido que resignificar de la vida y armar a Lylián Soria, que fue un puzzle muy engorroso de armar. Pero lo armé!!!
Lylián.

Es el lugar último de mi desapego – al quedarme sola, luego de una experiencia de 10 años en mi apartamento, decidí instalarme en un hotel de Montevideo. Esto significa, con sus luces y sus sombras, una total independencia y seguridad. Pero significa también, sobre todo, vivir en una habitación, con todo lo que representa, para alguien como yo que no es para nada minimalista en su entorno, concretarme a pocos muebles, pocos cuadros, pocos objetos, pocos libros.
Este obligado desapego lo hace diferente, haciendo posible comprender, aceptar lo ineludible de las separaciones que sufrimos en esta existencia.
Extraño el espacio, mi cocina, la posibilidad de recibir amigos en una verdadera casa, pero existen compensaciones en cuanto a la tranquilidad, a confort, a tener soluciones fáciles e inmediatas. Elegí una de las mejores manzanas de Montevideo, San José, Yaguarón, Ejido, 18.
Es fácil vivir esta etapa de reflexión, de apaciguamiento y de soledad. Sin dramas, con proyectos.
Silvia.

Al tiempo de fallecer Esther (hace unos 11 ó 12 años) decidí dejar de vivir en el centro, donde residía desde 1955 en Soriano casi Ejido y se dio la oportunidad de mudarme a Miguelete y Sierra.
En un edificio de apartamento en esa ubicación se daba que podría pasar a ocupar uno. En tal edificio vivía, y aún lo hace, mi prima Doris, también oriunda de las costas del Cabrera, aunque criada en el pueblo de Casupá.
Se trata de un lugar que dista una cuadra de la que fue la cárcel de Miguelete, cuya edificación muy deteriorada aun se mantiene en pie. Donde era su entrada y sus pabellones inmediatos hay un taller escuela de diseños.
Para mi es simplemente un lugar. Tiene muchas líneas de transporte de pasajeros que comunican con muchos otros barrios y con lugares de la zona metropolitana (Las Piedras y varios lugares de Canelones, Playa Pascual, Rincón de la Balza, Delta del Tigre que hoy constituye Ciudad del Plata: por estar al margen de Río de la Plata, que a su vez recibe el aporte del Río Santa Lucía cuya corriente, en algunas gotitas, se va acrecentando con el aporte del gran amigo el arroyo Cabrera en virtud de que este volcaba y vuelca su caudal al Casupá y este lo hace al Santa Lucía).
Para mi la diferencia con el Centro es que no hay lugares donde podría “matar el tiempo” usando para dar una panorámica este dicho muy común y muy gráfico. Esto ha hecho que me sienta como encerrado ya que no hay núcleos activos en lo cultural, político, o de distracción.
Como negativo veo el alto índice de contaminación aportado por el alto número de vehículos automotores que circulan por Miguelete, máxime los domingos en que la reciente centenaria feria de Tristán Narvaja corta las calles Colonia, Mercedes, Uruguay, Paysandú, Cerro Largo, Galicia y La Paz.
Me retrucarán que no es lejos del Centro y que con un poquito de disposición y una mínima porción de voluntad las comunicaciones con el Centro no resultarían tan problemáticas. Pero si no se dispone de ello cuesta superar aquella barrera que uno levanta de seguro para no hacer lo debido.
Y, aquí me pregunto para que sirve este trabajo o de apreciar o describir lugares, componentes, situaciones que hayan marcado espacios vitales cuando ya estamos en los tramos finales de nuestro andar el camino y, lo que sí estamos necesitando es acordarnos donde pusimos algo que hace apena minutos y algunas veces solo segundos teníamos a la vista o, en nuestras manos.
Santiago.

Trataremos de reflejar la realidad de un lugar de nuestro país, donde hemos decidido tener nuestra segunda residencia, la ciudad de Las Piedras en el Departamento de Canelones. Es una ciudad de casi cien mil habitantes, 4ª. y 21ª seccional policial, a la cual se puede acceder desde la capital del país y la ciudad de Canelones por Ruta 5; del Oeste por Ruta 48, y 67 del Este, como así también es cruzada –la ciudad- por la vía del ferrocarril, como así también otras vías de transito de menor importancia.
Esta ciudad dispone de un número importante de comercios, de mucha importancia, no menos de diez supermercados; también tiendas, muchas de ellas sucursales de las más importantes de la Capital, y además todos los rubros comerciales. En las horas del día cuando los diversos bancos y oficinas públicas están abiertas, el tránsito por Avenida Artigas –su calle principal- como todas las demás adquieren en elevado movimiento. Aquella, por su movimiento es comparada por su circulación con 8 de Octubre o Agraciada del Paso Molino. Este movimiento lo producen las numerosas villas que están en los alrededores de la ciudad que no son menos de doce o quince con numerosos habitantes.
Las Piedras tiene una sola plaza pública en el centro de la ciudad, lo que significa un déficit en cuanto a espacios de esparcimiento. Dispone de instituciones de diversa índole; Rotary y Leones como instituciones internacionales de servicio, Juventud y Solís, sociales y deportivas, esta última con piscina de competición. Esta también la Sociedad Criolla Artiguista, importante sociedad tradicionalista regional.
Existe también un importante hipódromo, que supo tener su auge en el pasado y sostuvo el deporte del turf durante el largo período que el de Maroñas estuvo cerrado. Junto al mismo está el amplio Parque Artigas, donde se ha instalado un mausoleo en homenaje al soldado desaparecido de la época libertadora.
También en los aledaños está un campo de deporte aun inconcluso, que una vez terminado alcanzará buen destaque.
Tiene también Junta Local de mucha importancia, pero sin ninguna autonomía, que la transforma en mera oficina recaudadora.
CX 147 una de las dos radios de la ciudad tiene un largo alcance lo que le da enorme importancia, con amplia y buena programación.
La higiene de la cuidad se realiza de forma mixta, en los barrios con recolección y en el centro por medio de contenedores similares a Montevideo.
La seguridad de la ciudad es tan endeble como en toda la zona metropolitana, tanto en el centro como en los barrios es muy alto en número de hurtos y rapiñas que se realizan.
En este escenario, quien esto escribe, tuvo su negocio durante casi treinta años en una zona céntrica, a dos cuadras de la plaza.
Las Piedras es una ciudad con mucha edificación antigua, que prevalece sobre la moderna. La mayoría de sus habitantes son inmigrantes del norte del país los cuales se pueden contar por decenas de miles de ciudadanos de todos los puntos del país.
Hemos escuchado muchas opiniones sobre la ciudad y su gente, la opinión que damos cuando nos preguntan, es que todo lugar y su gente es linda o buena, ello depende de nosotros; si queremos a su gente y buscamos la belleza la encontramos en todos los lugares, aunque una primera impresión no sea positiva.
Juan Pablo.

Yo vivo aquí en el barrio Aguada, en un edificio de 150 apartamentos a media cuadra de Agraciada, cerca de la Facultad de Química, Medicina y a pocas cuadras del Palacio Legislativo, con su importancia y belleza, considero que es un símbolo para los uruguayos. Podemos destacar la Plaza 1º de Mayo por su atractivo en el cual se junta mucho público, se festeja el Carnaval y diferentes actos.En uno de los laterales del anexo encontramos la parada de ómnibus, que tiene una importante locomoción para la ciudad y sus alrededores, esto lo hace diferentes a otras zonas.Mirando hacia el frente se visualiza un hermoso césped con sus elegantes pinos. Hacia abajo encontramos la calle Agraciada y Guatemala, la cual se encuentra en descenso unos pocos metros, con un tramo empedrado de adoquines. A uno de los costados, el que da hacia el anexo, como señalando aquel lugar una palmera, un pino y una corta escalera que da al césped.Hacia el lado izquierdo de esta calle, unos elegantes plátanos acompañados del verde de los pastos.La entrada del sol en ese lugar es maravillosa. Cuando mi prima me visita nos reunimos con las chicas que están en casa y hablamos de diversos temas, disfrutando de un paisaje hermoso con un rico mate. Mi hija vive en el mismo edificio que yo, disfruto mucho de mi nieto Facundo. Vamos juntos a una plazoleta ubicada en Ángel Rodríguez y Freire, jugamos al fútbol, mis goles nunca valen, por esa causa el siempre es el ganador. Hace 12 años que vivo aquí, me gusta muchísimo mi barrio.
María Elena.

En 1978 nos mudamos a Pedro Cosio entre Flamarión y Pitágoras, se llamaba Barrio Fortuna, hoy Malvín Norte, habitado por emigrantes italianos. Son casas con mucho terreno que llegan a la otra calle. Nuestra cooperativa era un criadero de perros con árboles frutales y otros, quién lo vendió era la familia Stratta. Cuando supo que era para viviendas aceptó por ser para esa meta.A cuatro cuadras tenemos el Parque Rivera, hermoso lugar como paseo saludable tanto para llevar los niños como adultos, con barrilleros para pasar el día. También está el Hotel donde se usa para diferentes temas, hay clases de todo, manualidades, computación, etc, todo por la Intendencia Municipal de Montevideo; y sobre Bolivia el Estadio Charrúa.Nuestra zona creció mucho luego de poblarse con tantas viviendas respaldadas por la Federación Uruguaya de Cooperativas Viviendas y Ayuda Mutua (FUCVAM).Gracias a ellos, hoy miles de familias en el país lograron formar sus cooperativas.Actualmente tenemos alrededor de escuelas, centros de salud, muchas ayudas sociales., zonas comerciales, cuando nos mudamos había sólo dos líneas de ómnibus, hoy son seis, si habrá crecido el barrio.Nuestra cooperativa se compone de 44 familias de dos plantas con jardín y fondo. Son muy cómodas y muy buena edificación, alrededor los espacios libres están arbolados y otros con plantas, es muy bonita y tranquila. Está todo enrejado ya que tiene dos entradas: por Alejandro Gallinal y por Pedro Cosio.Nosotros siempre aconsejamos a los trabajadores a formar su cooperativa ya que es la única salida más económica para tener su casa, la cuota es razonable aunque tienen que tener paciencia porque no es tan rápido por temas de los préstamos, pero llegar vale la pena.
Adelina.

martes, 13 de octubre de 2009

Mi lugar de origen

Nací en Florida, entre Paysandú y Uruguay, en Montevideo. La zona muy céntrica, a dos cuadras de la Plaza Independencia. Estábamos rodeados de comercios, era muy transitado, pasaba e tranvía por la puerta de casa, así que jugar en la vereda no se podía, era peligroso.
Íbamos con mi hermano al colegio “San Vicente de Paul” (Hermanas Vicentinas).
Quedaba en Reconquista y Misiones, nos llevaba la camioneta del colegio ya que mis padres no llegaban a casa en esa hora.
A la vuelta de casa está la iglesia “Nuestra Señora del Lourdes”, es hermosa.
En aquella época teníamos en la cuadra y en la manzana todo tipo de comercios, almacenes, carnicerías, panaderías, jugueterías, bazares, sastrerías, bares, kioscos, era muy populosa. Estaba una academia de baile por Florida, no era un barrio para niños, siempre teníamos que estar adentro. A los nueve años nos mudamos a la Ciudad Vieja.
Adelina.

Cuanto me agrada comenzar a realizar esta tarea que me exigirá hacer un esfuerzo de memoria, recreando la misma desde la lejana década de 1930 hasta la emigración en el lejano ya final de la década del sesenta, casi cuarenta años de vida, que mirados a la distancia y en conjunto, veo una etapa prolongada, que la mirada retrospectiva la presenta como agradable, con una formación en ambiente de clase media modesta, con criterios firmes sobre el trabajo, la honradez, la sinceridad, el valor de la palabra y el valor inviolable que significa el compromiso establecido por esa misma palabra, con un valor moral superior al documento escrito.
Al pasar quiero manifestar un criterio que se me ha revelado acá en el sur del país.
Cuando llegué acá, al sur, me sorprendió aquello que era inexistente en mi lugar de origen: el “mañana vengo”, “la semana que viene te pago”, “el martes comienzo a trabajar”, “¿me prestas tanto?”, o “¿me prestas el martillo?”, etc.
Acá es como si no se prometiera nada, quien esto escribe lo consideraba inconcebible y que en mi concepto descalificaba a aquel que procedía con irresponsabilidad y lo sentía por él, sintiendo que me estaba robando mi ilusión de lo que está bien y es lo correcto.
Y sigamos con el recuerdo de la niñez, con la imagen de mi pequeño pueblito, con sus calles de pedregullo, con lindas cunetas para caminar por ellas cuando llovía y el agua cubría nuestros pies descalzos, mientras el agua caía sobre nosotros y no sentíamos el frío aunque el mismo reinara.
En el verano, el fin de semana imponía la concurrencia al monte y la ribera del arroyo Santa Ana o aún mejor y más lindo al río Queguay (25 Km.) dónde sus aguas corrían con rapidez y con fuerte rumor; a su borde una amplia galería que permite el baño en las aguas y el descanso de sus sombras.
Pasmos a los aledaños de Guichón, que es la población que es la población a la que estoy aludiendo.
La cuchilla de Haedo que sirve de límite con el Departamento de Río Negro cae en suave declive de hermoso verde moteado de palmeras que por cientos embellecen la campiña regional.
En 1957 festejamos el cincuentenario de la declaratoria de centro poblado por el parlamento, instalando una estela de homenaje al fundador Pedro Luís Guichón.
En la oportunidad se creó el escudo de la ciudad que dice: “Cordialidad y trabajo son Palmas de Guichón” como versión al trabajo y a la cordialidad de sus pobladores que según versión de los visitantes es una de las características de sus habitantes.
A pesar de que quizá pueda ser muy extenso me voy a permitir relatar dos episodios más de mi ya lejana juventud.
A principios de la década del cuarenta, concurría a buscar la carne -comprar- a la carnicería en la cual nos proveíamos para el hotel de mis padres por adopción, donde quien escribe trabajaba; en una oportunidad fui testigo de una solicitud que hoy acá en el sur se hubiera entendido como una broma e intento de “cuento del tío”. Había una señora muy humilde, no recuerdo su nombre pero sí que le decíamos “la gangosa” por su forma de hablar debido a un desperfecto que tenía en su labio superior, con su particular forma de hablar le dice al carnicero: “Don Miguel no me da veinte centésimos de pulpa y ochenta de vuelto que mañana le traigo el peso”. Dicho hoy acá provoca la hilaridad generalizada, sin embargo en esa época y a casi 400 Km. al norte, aquél era un pedido muy normal, el favor era pertinente a un cliente de todos los días, y el cumplimiento de la palabra no se podía olvidar, estaba garantido y el carnicero podía contar con ese dinero para el día siguiente.
Otro episodio en la misma carnicería, quien escribe, años más tarde además del hotel que trabajaba, cumplía las ocho horas en un escritorio rural frente a aquella carnicería mencionada. Una tarde mi empleador y otros compañeros de trabajo cruzaron a la antes mencionada, según me informaron a degustar los derivados de una pequeña “yerra” realizada en las cercanías del pueblo. Supuse que serían algunas costillitas de cordero y alguna otra carne asada a la parrilla en algún pequeño fogón pueblerino. Quien habla, como funcionario de menor rango debía quedarme hasta que vinieran a relevarme. Así fue, y cuando llegué al fogón encontré lo que me habían dejado y me dijeron que eran el producto de la castración de los terneros, que se realiza para engordar a los novillos.
Mi primer reacción fue de desagrado, pensé que me estaban haciendo una broma, pero ante la seriedad de quienes me lo decían y su insistencia accedí a probar aquello, los testículos del ternero, huevos, como vulgarmente se le dice en el campo.
Pero que rico, su textura y paladar lo transformaban en un rico y delicado bocado, incomparable sabor, quizá similar a un producto del (mar) océano Pacífico que degusté en Santiago de Chile y me dijeron o figuraba en la carta como “loco”.
Era un buen convite, pero si hubiera sido una broma no me desagradó. Después he de confirmar que es un fino y agradable bocado.
Juan Pablo.

Estoy convencida que marcó mi trayecto de vida, por supuesto junto a los genes que señalan nuestra forma de ser.
Hasta hoy muy lejano en el tiempo “el Cerro” es mi barrio, a pesar que sólo viví 16 años. La costa al sur y el cerro al suroeste dan al barrio un panorama como ningún otro de la ciudad de Montevideo.
Casi 60 años viví en otro lugar, y a pesar de haber encontrado allí mi compañero, haber nacido mis hijas y transitado muchas etapas, sigue siendo el cerro mi barrio. Vivía en una casa de madera y chapa, humilde pero acogedora. El trato con mis vecinos era bueno, me apreciaban y cuidaban a mi y a mi hermana, mientras mi padres trabajaban. Fue también el escenario de mis primeros encuentros con mi futuro esposo, y la etapa más larga que conviví con mis padres y mi hermana.
Dinorah.

En la ruta 11 que va a San José, más o menos km. 67 entrando por un camino a poca distancia, estaba mi casa. No teníamos vecinos ya que éstos vivían sobre la ruta.
Tres eucaliptos altos y los demás árboles abarcaban una amplia gama dentro de aquel paisaje hermoso que rodeaba la casa, acompañada de diferentes plantaciones y el tambo. Después de ordeñar se ponía la leche en tarros altos en una enfriadora y un carro se llevaba a la ruta por la cual pasa un camión que la transportaba a Conaprole. Muchas gallinas y patos, mi madre premiaba al que recogía más huevos. Mi papá hacía fuego y ponía a tostar el maíz, luego lo llevaba a la tahona y se convertía en rico gofio.
Nunca me olvidaré el tiempo que venían con las (…) y los empleados para hacer las cosechas. En el día se trabajaba mucho y por las noches todos rodeaban un gran fogón, donde la guitarra, cantos, anécdotas, alegraban muchísimo y se aprovechaba el fuego para hacer la cena. Disfrutábamos mucho del contacto con la naturaleza, era una vida muy diferente a la del pueblo. Hoy paso por el lugar, la casa ya no está, me emocionan muchísimo todos aquellos lindos recuerdos que llegan a mi mente, solos están los tres eucaliptos marcando el lugar: “aquí vivías”.
Maria Elena.


Allá por el otoño del 27 vine a este mundo. Lo fue en la orilla izquierda del arroyo Cabrera, departamento de Florida. Se trata de un arroyo de mediana extensión, sin lagunas profundas y, con una corriente muy agradable en el Paso Real donde cuenta con una calzada para facilitar el paso de carros y carretas. Si bien no se trata de tener llamativo caudal propio, mucho se acrecienta con las lluvias, dado que los campos se inclinan bien a sus orillas sin arboladas y, le aportan buena cantidad de agua cuando llueve. Esto y las vertientes que le dan vida en el decantamiento de Cerro Colorado, lo hacen un arroyo de sostenido caudal, acotando sus vecinos no haber presenciado un corte ni en las peores sequías. Su arbolada comienza a presentarse desde el Paso Real, o sea desde el camino que nos permitía ir a la estancia de Villamil, pasando Millán y, a los pobladores de Casupá y Reboledo, desde donde, tomando tren o motocarro podíamos ir a la capital o a Melo y Treinta y Tres y Río Branco.
Este comienzo del monte distaba unas diez cuadras de mi rancho y de allí sí se prolongaba unas cuarenta cuadras hasta la desembocadura con el Casupá, que ya venía con el aporte del Chamamé y el Chileno. Ahora acotan algunos que los plantíos de eucaliptos próximos a su cauce le estarían agrediendo por el hecho de chuparle de su agua. Yo tenía una relación muy afectiva. Jugaba en sus corrientes cristalinas sobre arena gruesa entre la laguna posterior al Paso Real y de la menor entidad que daba a nuestro campo, a la que seguían corrientes sobre arena, casi hasta la chacra de Semperena. Sus crecidas desbordantes me daban el trabajo de sacar los animales que la cañada aledaña a mi rancho, como una especie de ramal o desvío, dejaba encerrado en el potrero y, las crecientes al romper los alambrados me obligaban a la reparación de los zarzos en cuestión. Cosa que para mi no dejaba de ser una interesante tarea.
También en su caudal criollo (solo tenía un sauce llorón) cuando venía de la escuela me agradaba hacer los deberes a su sombra. Con frecuencia me iba corriente arriba cerquita de sus orillas a casa de Celso y de Ariel y, a lo de China Cerdeño en procura de ratos compartidos y, a lo de tío Ángel en procura de los frutos de sus enormes perales.
En el verano del 35 unos vecinos de la 4ª de Lavalleja que formaban parte de un movimiento opuesto a la dictadura de Gabriel Terra acamparon por unos días a la margen derecha de Cabrera frente a nuestra chacra donde el monte era algo más voluminoso y tupido. Me acuerdo que le carneaban capones ovinos al tío José María y colgaban sus cueros en el alambrado que dividía ese campo con el de tía Juana.
En el 39 cuando estalló la 2ª Guerra Mundial y mi hermano Rafael puso a reapertura una carpintería en Reboledo, mi tío Ángel en encargo al comisionista, llamado comúnmente el Correo, que desde la pulpería y almacén y también sede de carreras de caballos del vasco Facheli hacía el recorrido a Casupá transportando pasajeros y encomiendas en un viejo Ford, le trajera “La Mañana”; también había otra línea que iba a Minas y que sí era oficialmente correo dado que en lo de Facheli la Agencia 31. desde y a Casupá lo hacía pasando por la cuchilla de Figueredo, Paso de los Troncos (lugar este donde J.G. Artigas supo tener un campo y en cuya portera luce una placa conmemorativa y lugar donde en cierta fecha patria salen paisanos a caballo para ir a la Piedra Alta en la ciudad de Florida).
Ni que decir que mientras el diario “La Mañana” que yo iba a buscarlo para después llevárselo al tío aprovechaba para leerlo.
La nuestra era una zona de pequeños establecimientos de 45, 90 y 150 cuadras que en algunos casos se usaban como chacras en donde se cultivaban maíz, trigo, avena y en otros predios se priorizaba el ganado ovino y vacuno; sin dejar de tener gallinas y cerdos y algunas plantaciones para el consumo de porotos, papas y boniatos y otros.
Por aquellos tiempos del 30 y algo, nos visitaban turcos que vendían vestimentas y cosas por el estilo. También venía de Casupá don Jacinto Carrera con su carro tirado por caballos y vendía productos de consumo como yerba, arroz, azúcar, fideos, etc. y se llevaba huevos y pollo para la gente del pueblo.En el primer lustro de los 40, mi madre doña Concepción Recuero se vino a Montevideo y me trajo a la casa de mi hermano Florencio que moraba en las viviendas de ANCAP, en la Teja, a pocas cuadras de donde habría nacido nuestro presidente Tabaré Vázquez.
Santiago.
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Año 1950, nace una niña en el Pereira Rossel. Mi madre en aquel tiempo tenía 20 años y se consideraba menor. Ignoro totalmente dónde crecí hasta los 6 años.
Nuestro escritor Eduardo Galeano dice de recordarse significa: volver a pasar por el corazón. Y por muchas razones no puedo y no deseo pasar por el corazón; allí no sólo hay recuerdo, hay emociones malas, intensas y buenas. Lo que pasó, ya pasó.
Vivo en Montevideo desde que nací, no conozco el Uruguay, sólo la capital. En cierto modo hay suerte porque en mi país no hay terremotos, volcanes, huracanes, sólo alguna inundación en el interior.
Mi país no es muy alegre, la pasión más fuerte es el fútbol. Su gente es tranquila, a veces demasiado tranquila en mi opinión.
La gente que viene del interior es muy hospitalaria y hasta muy generosa y ese aire de inocencia y frescura que no les lleva a desconfiar de algo o alguien.
Sus barrios son grises, no se arriesgan a los colores. Que lástima que tampoco se preocupan de sus jardines o balcones con flores.
La gente adulta no se divierte como los españoles que los estimulan dando clases de baile y competir.
Existen lindos parques, el Rosedal del Prado, Parque de los Aliados y lo más lindo para mi es que cualquiera puede ir a la playa en ómnibus y hasta a pie, ya que no quedan tan lejos. Otros países no tienen playas.
También se puede ver el cielo límpido porque no hay amontonamiento de rascacielos.
Existe también mucha pobreza, gente que en invierno prefiere dormir afuera a la intemperie antes que ir a los refugios nocturnos.
Yo sé de lugares donde a los niños se les enseña a robar. Dicen los medios de comunicación que somos un país envejecido y creo que nosotros tendríamos mucho que aportar y dar de nosotros a los demás, nuestros jóvenes no sueñan como en mi generación.
No entiendo nada de política pero algo le pasa a la sociedad de mi lugar de origen, Uruguay. Oraré por los gobernantes de mi país.
Lylián.
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Colonia Valdense, 1926. Un pueblo aldea en el departamento de Colonia, a 10 km. del Río de la Plata. En este tiempo, sin carretas ni rutas asfaltadas, en un entorno arbolado de quintas plantadas por emigrantes italianos de la comunidad de Valdense, originaria del Piamonte. Mi casa, la del pastor mi padre junto a la Iglesia y a la Escuela, a pocos pasos del liceo fundado por mi abuelo en 1888 como primer liceo en zona rural del Uruguay.
Un lugar – jardín, con perfume de glicinas en primavera de jazmines y magnolias en verano.
Lo siento como un sitio de paz activa presidido por el espíritu dinámico y culto de mis padres, en el que brilla la armonía, el afecto, la solidaridad.
Colonia Valdense ahora transformada en “cuidad jardín”, de múltiples atractivos, sigue siendo para mí el lugar – refugio, iluminado de colores, perfumes y luces al que “vuelvo” con la imaginación cuando necesito tranquilidad de espíritu. Al que pienso regresar para cumplir un trayecto cíclico, en un próximo momento de mi vejez. Un retorno a las fuentes, que considero sumamente energetizante, imprescindible escenario para este tiempo definitivo de reflexión. En eso radica realmente, la diferencia con otros paisajes. Este está habitado por los seres que más he amado y que me acompañan permanentemente.
Silvia.
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jueves, 8 de octubre de 2009

¿Qué significa el taller de memoria y esta publicación para cada uno de nosotros?


El nombre de nuestro taller “Viaje por nuestra memoria para un futuro posible” resume y presenta los temas, mejor dicho, el tema del trabajo. Un grupo de adultos mayores reunidos para construir en un presente activo, el tiempo a venir, con vivencias del pasado. Juega la memoria a través de recuerdos, de presencias, de paisajes, de circunstancias que nuestra sensibilidad va eligiendo de acuerdo a las marcas que vamos reconociendo.La revista tiene entonces un cáracter intemporal, reuniendo multiplicidad de personajes y diversidad de vidas. Significa en encuentro de poderoso y sorprendente atractivo.
Silvia.

Estamos tratando de que nuestra memoria consiga detener el deterioro que le viene afectando y por ende entorpecer nuestro comportamiento, dificultando nuestro hacer cotidiano. Memorizar es una tarea de suma importancia para nuestro hacer. Por ello tratemos de que la misma, por lo menos mantenga el nivel actual, aunque lo positivo sería que consiguiéramos recuperar algo de lo perdido. Santiago.

Esta revista (ofrece) nos explica como nos ayudan a mejorar nuestra memoria. Los coordinadores que tenemos están colaborando con nosotros y nos dan trbajo, para poder retener y recordar las cosas de antes. Yo estoy muy agradecida tanto con ellos como con los compañeros que comparto. Gladys.

En esta revista los lectores podrán encontrar las vivencias de un grupo de personas adultas que durante dieciséis talleres comparten junto a dos coordinadores una experiencia que apunta a la memoria autobiográfica. Invitamos a los lectores a viajar con nosotros y a unirse al taller para encontrar un futuro posible leyendo nuestros resultados. Dinorah.

Somos un grupo formado por coordinador Hernán, donde nos reunimos todos los jueves y nos contamos nuestra vida como ser dónde trabajamos, donde vivimos, recordamos nuestra niñez como fue y como seguimos. Tomás.

Mercedes 1737, hay taller de adultos donde los coordinadores Andrea y Hernán dictan clases… excelente y hacen mucho bien. Se trabaja en grupo se aprende muchas cosas y hay compañerismo y concurriendo a ellos cada día nos sentimos mejor. Le aconsejamos al lector que se … y se entusiasme a concurrir a ellas. María Elena.

Se está desarrollando un curso-taller en la Facultad de Psicología para conocer en profundidad la capacidad y el nivel dentro del cual se desarrolla la existencia de las personas que han tenido la suerte de alcanzar una edad avanzada, su visión de la vida, sus expectativas para el futuro, los recuerdos del pasado, saber cómo han impactado en sus recuerdos las distintas circunstancias que han vivido. Cuál es su anhelo de servicio para las generaciones más jóvenes, cuál es su pensamiento sobre las distintas épocas recientes y su imaginación cómo será el futuro de aquellos que también están haciendo la historia y aun los que no demorarán en venir. Juan Pablo.